En esta ecografía se utiliza el volumen del bebé para dar una imagen más real, por eso se recomienda realizarse entre la semana 28 y 32, que él bebé tiene mayor contenido de grasa y se obtienen imágenes más nítidas.
Sirve para valorar rasgos físicos fetales que no se logran ver con la ecografía convencional, sirviendo de herramienta en el diagnóstico, cuando se quiere descartar una anomalía física.